Ayer se cumplieron 199 años de que un tal Juan José Castelli, secundado por un tal Manuel Belgrano, señalaba en el Cabildo de Buenos Aires que los hijos de América debían regirse como mejor les pareciera y no según la voluntad de autócrata situado a un océano de distancia. Un año antes se habían levantado Chuquisaca y La Paz, pero esos movimientos, a pesar, de tener un arraigo popular mucho mayor que la conspiración porteña, chocaron con que las condiciones no estaban dadas… Sin embargo, en 1810, el poder de España sobre América estaba en crisis, el rey había abdicado y el legítimo heredero al trono se encontraba en las mazmorras napoleónicas, y los habitantes de estas tierras se veían obligados a decidir por sí mismo qué hacer.
Las condiciones estaban dadas y hace ayer 199 años iniciaban tres días de idas y venidas, juntas de gobierno con y sin Virrey Cisneros, con y sin Juan José Castelli, idas y vueltas que culminarán entre noche del 24 y las primeras horas de la mañana del 25 de mayo de 1810, cuando Castelli logró convencer a un tal Cornelio Saavedra de que la Junta era sin Virrey y, valga la redundancia, con Castelli. Así se formó el primer gobierno patrio en estas tierras, no por casualidades ni por el peso de las ideas, sino porque el minúsculo grupo de revoltosos armados que encabezan Castelli y Belgrano logró convencer a un tal Saavedra de que lo apoyara, y, Saavedra era ni más ni menos que el jefe de las milicias y el líder de las clases populares.
Así se da el primer golpe cívico-militar de nuestra historia, apoyado en las armas como los que lo sucedieron, pero, a diferencia de estos, no apoyados en la Sociedad Rural y en el capital financiero sino que un sujeto que hará su primera irrupción en la historia, los orilleros. Si, los orilleros, el grupo del mismo rasgo socio-económicos que la masa de arrabales que apoyará al radicalismo de Alem e Irigoyen, y, que un 17 de octubre de 1945 se recibirá de “descamisado” y “cabecita negra”, y, el mismo que en los noventa nos enseñaría el camino de la resistencia al neoliberalismo con aquellos fogoneros de Cutral Có, el mismo que haría arder como una tea nuestro territorio en las jornadas de diciembre de 2001. Y, sí, sin esos orilleros, que rodearon con su oscura presencia el Cabildo porteño, no había un tal Castelli, no había un tal Saavedra y, ni tan siquiera, había un 25 de mayo para festejar…
Hoy, a casi doscientos años, los gobernantes se visten de gala para el bicentenario, pero el “153” no quiere entrar a Santa Lucía, porque hoy como ayer la gente decente de la población le tiene miedo a los orilleros, y, la gente decente pide mano dura con los orilleros, pero, déjeme decirle, a usted señor que es de la gente decente que la próxima vez que se cruce a un pibe cartoneando, se lo piense mejor y se tome cinco minutos para agradecerle, porque sin él, usted seguiría siendo español o quizás inglés o francés…
¿Ah, cómo? Qué usted preferiría eso. Por suerte, el pibe que cartonea, piensa otra cosa.