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lunes, 4 de febrero de 2008

Salta: ¿Feudo o democracia?

por Noelia Gorría Buratto

Por lo menos la entrada a Salta sigue despertando la misma sensación… El camino se vuelve monótono, sin vegetación, bordeado de tintes marrones, altos paredones de tierra que lo encierran y, de repente, como un cachetazo, aparece aquella maravillosa ciudad, hundida entre los cerros… La piel se eriza y el corazón palpita fuerte, es allí cuando siento que vuelvo a mi tierra, es allí cuando rotundamente me aferro y deseo que no cambie nunca, aunque sea ese pedacito…
Pero aquello es sólo un momento, un instante… La realidad contrasta, la realidad es de una Salta que se torna cada vez más fría y distante, a pesar de algunos que intentan embaucarnos con espejitos de colores.
Salta es hoy, exclusivamente, un lugar para turistas extranjeros. Una Salta cara, donde todo cotiza al compás de los euros, dejando atrás aquellas anécdotas de adolescente cuando ir al boliche era gratis para las chicas o, quizás, debíamos pagar un peso por haber llegado un poco tarde, ni hablar que esto suceda, hoy en día la entrada cuesta entre 16 y 18 pesos.
La calle Balcarce, cuando el ferrocarril todavía trasladaba pasajeros, era un “mini centro” con tiendas, pequeños hoteles y viejos bodegones. De niña caminaba hasta las vías del tren junto a mi viejo, y solíamos tomar prestado algún vagón vacío y sentados, uno al lado del otro, “el papá” hacia sonar una lata de leche imitando una especie de bongó y cantábamos canciones del Cuchi y del Dúo Salteño.
Pero “la Balcarce” cambió, es allí donde hoy se concentra la noche para el exclusivo disfrute de los turistas y de un selecto grupo de la sociedad salteña. Entre todo tipo de pubs y finos restaurantes, podés observar el histérico desfile de chicas que se pasean al son de “mirame pero no me toqués” o la larga fila de autos último modelo que pasan durante largo rato para que te des cuenta de su presencia.
La gente se ve cada vez más distinta, globalizada, Salta está a la moda… Hace ya buen tiempo que la calle Mitre se corta a la altura de España, pues el ex Gobernador hizo empedrar al mejor estilo europeo esta calle céntrica, una de las que rodea la plaza central “9 de Julio”, si hasta parece un paisaje parisino donde los turistas, o aquel que tenga plata para hacerlo, puedan sentarse mientras los lugareños se hacen el peso tocando el charango o cantando alguna baguala con la caja.
Y sigo recorriendo, observando a mí alrededor, analizando la realidad, me parece que no está mal que la ciudad crezca, pero explotar sólo el turismo nos encierra a una única alternativa, la gente así no vive, sobrevive como puede.
Todo está demasiado armado en aquellas calles céntricas y en las avenidas más transitadas, todo se ve muy luminoso y despampanante en las villas veraniegas y “countrys”, mientras que en tantos barrios las calles, poco iluminadas, siguen siendo de tierra y la gente padece cada vez más miserias.
“La linda” te dicen, ¿qué te hicieron a vos mujer de una riqueza única, de una calidez única, a vos mujer que te han maltratado tanto?; el nudo en la garganta es inevitable y rememoro, tantos años de horror, de falta de libertad de prensa, de pobreza, de falta de educación, de salud, de miles de asentamientos, de maestros reprimidos en marchas, de tanta corrupción, de tanto lavado de dinero que es garrafal, cifras de millones de pesos que se han robado, de pistas de aterrizaje armadas para el narcotráfico, de muertes dudosas, de gente asesinada por decir la verdad, de gente nefasta con cargos políticos, de aquel vil parásito, pues no puede llamarse de otro modo, a quien ocupó el cargo de Gobernador por más de una década reeeeligiéndose, pasando por encima de la Constitución, haciendo de Salta un lugar para hacer y deshacer a su antojo, él, el innombrable, Juan Carlos Romero.
La impotencia y la ira es enorme y mi asombro me obnubila la vista cuando encuentro que en Salta hay dos “Sheraton” de cinco estrellas, uno en la ciudad y otro en la localidad de Cafayate, esto ya es demasiado, único en el mundo, pero es así, donde en Salta la desnutrición alcanza cifras elevadas, existen hoy en día dos hoteles de tal magnitud, y por si fuera poco para no quedarse corto también está el hotel de cinco estrellas “Alejandro I”, ubicado en pleno centro.
Y me detengo, con los pies cansados y la cabeza revuelta, me siento un instante a beber agua para pasar el trago amargo, ésta es la Salta que nos dejaron, la de la careta que cubre, con el turismo y las pompas, una realidad escalofriante, ésta es la Salta de Romero que aunque ya no sea gobernador sigue operando, ésta es la Salta de los sueldos flacos, la de la falta de empleo, “la turística”...
“Salta la linda también ahora será Salta la justa” dicen las gigantografías puestas en casi todo el casco céntrico por el nuevo gobernador, Juan Manuel Urtubey. Leo y releo la frase, después de haber tenido la misma tiranía desde el año 95 me permito agarrarme de este cambio, al cambio de la gente, y apuesto a la gente…